Burgalesas de toda la vida, sencillas, naturales y sin secretos. Sí, son las patatas Eloy Acero, las de siempre, las de la calle Alonso de Cartagena. ¡Qué burgalés no ha tenido alguna vez estas patatas fritas en sus manos! Más de uno tendrá su sabor marcado desde la infancia, otros lo asociarán al vermut de los domingos y, muchos más, recordarán pasar por la tienda los domingos para recoger su premio de la semana en forma de patatas fritas.
Su característica bolsa amarilla las distingue de las demás. Aunque lo que más diferencia a las patatas Eloy Acero de otras del mercado es lo crujientes, finas y sabrosas que resultan en boca. Sí que tienen un secreto y es que utilizan la mejor materia prima, miman el producto en origen, para que los paladares disfruten y las fríen en el mejor aceite de girasol alto oleico. El sabor de estas patatas artesanales nos lleva a los inicios del fundador, Eloy Acero, abuelo, que después de dejar Madrid por la Guerra Civil, se instaló en Burgos para dar forma a este producto que forma parte de la memoria colectiva burgalesa. La tercera generación, heredera del buen saber hacer del fundador sigue con la misma fórmula que ha hecho crecer esta marca.
Las Patatas Eloy Acero son artesanía en estado puro, sin marca de proceso industrial en su elaboración, lo que reconcilia al consumidor con la tierra y con el respeto por los procesos naturales.
Son únicas y en cuanto las descubran fuera de nuestras fronteras… nos las quitan de las manos!
Totalmente de acuerdo, un lujazo que tenemos en Burgos y esperemos que siga siendo así… Y no nos olvidemos de las cortezas, que también están muy buenas…