Fiesta Barroca de Lerma

En el S. XVII España fue un país de contrastes: de grandezas y de miserias, de esplendor político y de bancarrotas económicas, de decadencia demográfica y de florecimiento artístico, fue el Siglo de Oro de las letras y de artes plásticas.

En el siglo XVI Carlos I y Felipe II quisieron imponer con las armas la hegemonía de España en Europa. El Duque de Lerma, valido de Felipe III, se empeñó en mostrar la grandeza española, impresionando a los embajadores extranjeros con aquellas grandes fiestas, que ocultaron por algún tiempo la decadencia de una nación agotada por las guerras del siglo anterior.

Fueron fiestas deslumbrantes, llenas de colorido y de ruidos, de elementos populares y artísticos. Incorporaron personajes y tradiciones ancestrales que, al no poder desarraigar, la Iglesia terminó por dar un significado cristiano. Nacieron del pueblo y arraigaron tanto, que muchos de sus elementos han perdurado en el folklore y Carnavales y procesiones religiosas.

Estas fiestas de carácter religioso y profano contaron con la aportación de genios de la literatura, como Lope de Vega o Calderón. Todos los autores dramáticos del Siglo de Oro escribieron obras de teatro, autos sacramentales, entremeses, mascaradas, loas y mojigangas para la fiesta barroca.

Fiestas atractivas para todos, quizás los únicos actos en los que participaban el pueblo y la nobleza. Como espectadores se encontraban la nobleza e intelectualidad y las gentes de la comarca, que en estos días acudían masivamente a Lerma. También intervenían como actores.

Los nobles más importantes de la Corte se empeñaban en mostrar su valentía y habilidad en el juego de cañas. Los pueblos de Lerma, Gumiel del Mercado, Santa María del Campo, Quintanilla de la Mata… preparaban mascaradas para engrandecer la fiesta y alagar al Duque.

Es un deber de nuestra sociedad desarrollar, conservar y restaurar nuestro patrimonio y cultura. Dentro de este patrimonio, y como cultura viva, debemos incluir la fiesta barroca, fiesta que nos vemos exigidos a restaurar y mostrar a quienes desean practicar un turismo cultural.

Lerma fue la Villa que el Duque mandó construir para agasajar al Rey, ala Corte y embajadores con grandes fiestas, como las que organizó entre 1604 y 1606, o sobre todo, en 1610 para festejar a la hija del Rey, Infanta Margarita, nacida y bautizada en Lerma el día del Hábeas. Sin duda las más importantes fueron las que celebró desde el 3 al 21 de Octubre de 1617.

Existen muchos escritos de la época que describen de forma pormenorizada el desarrollo de cada uno de los festejos. Por mandato expreso del Duque, Pedro Herrera escribió una Relación de aquellos días, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid. No fue la única, el 8 de noviembre de 1617 Miguel Ribeiro publicaba en Madrid De Ludís Lermensibus Epístola. El mismo año apareció en Sevilla impresa por Francisco de Lyra una Relación de las costosas fiestas y grandiosos torneos que se hicieron en la villa de Lerma.

Hasta en verso aparece la descripción de estas fiestas lermeñas en pluma del poeta clásico Francisco López de Zárate, que estuvo presente en las mismas. También Lope de Vega les dedica unos versos en la obra de teatro La burgalesa de Lerma.

Lerma posee el marco arquitectónico ideal para la celebración de estas fiestas. El Palacio, las calles y plazas, el parque, los conventos y colegiata, sin duda el mejor Conjunto Monumental de principios del S. XVII fueron el escenario barroco de entonces y debe seguir siéndolo hoy.

Elementos comunes a la Fiesta Barroca

Cortejo procesión o teatro de calle
El escenario eran las calles y plazas del pueblo, adornadas con banderas, colchas, estandartes y tapices. En ellas se articulaban arquitecturas fijas con emblemas, arcos pirámides… casi siempre espectaculares y con simbología.

Se repiten los personajes y elementos que intervienen en el cortejo. No solían faltar los diablillos, que atemorizaban con sus cabriolas y golpeaban al público con vejigas de cerdo o zurriagos. Los espectadores participaban en la representación, insultando a quien tanto odiaban, como temían.

Malabares de fuego y zancudos escoltaban a la tarasca, figura monstruosa y símbolo del mal, que provocaba las iras del espectador.

A continuación y acompañando a músicos y danzantes llegaban los gigantones, representando a las distintas razas del mundo que se unen al homenaje. En las fiestas importantes no faltaban los carros triunfales, en los que se construían complicadas alegorías o personajes mitológicos ostentosos y ocasiones representaciones jocosas.

Teatro de Texto
Probablemente fueron representaciones de teatro el punto central de la fiesta barroca. En las fiestas de Lerma se representaron en el parque, en la plaza y en el interior del palacio ducal. Los grandes autores del Siglo de Oro se encargaban de escribir loas, mascaradas, entremeses, mojigangas, autos y dramas, que los mejores actores del momento representan ante el público, contando para ello con una escenografía espectacular.

Otros Festejos
En ocasiones, como culmen de la ostentación cortesana, la alta nobleza organizaba juego de cañas y toreo a caballo, para que los nobles pudieran mostrar su valentía y habilidad.

Terminaba la Fiesta Barroca con mascaradas, una sesión de fuegos artificiales y el tradicional toro de fuego, que sigue hoy presente en las fiestas lermeñas.

Fuente: Importancia de la Fiesta Barroca.

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