Fiesta de los Jefes

Fiesta de los Jefes en Santo Domingo de Silos

Documentada en las postrimerías del XIX, la tradición festiva se perdió hacia finales de los años cincuenta del siglo pasado tras un incendio que devoró las instalaciones municipales y, con ellas, los trajes y otros útiles que se utilizaban para la misma.

Nos dicen que la Fiesta de Los Jefes tiene su verdadero inicio el día de reyes. En la tarde de la mencionada fecha, se procede al sorteo de los cargos de Capitán, Cuchillón y Abanderado entre los varones casados del pueblo.

Luego ya, el último sábado de enero, prosigue la fiesta, en la que se observa dos grupos de personas que destacan por su indumentaria. Ellos vestidos de capa castellana son los comisarios de la fiesta y suelen ser todos los cabeza de familia de la villa. Los niños ataviados con chalecos y polainas de borreguillo y cargados con cencerros son la representación de los ganados que durante el incendio fingido de Silos se encargaran  de provocar el mayor ruido y alboroto posible. Conducidos por el aire marcial del tambor, se procede a recoger al Cuchillón, al Abanderado y finalmente al Sargento. Completa la comitiva se dirige al Monasterio, donde la Comunidad les recibe en el patio de San José y donde el abanderado hace una demostración de su pericia (ver foto del encabezado) y se entona repetidas veces el grito emblemático de toda la fiesta.

De nuevo en la plaza, tiene lugar la lectura del Pregón al que sigue la presentación formal de los jefes del año. Todo el pueblo forma un gran  círculo y en su interior cada uno de los jefes dará una serie de vueltas con aire gallardo y solemne, finalizado éstas con el consabido Viva.

Por la tarde tiene lugar la Corrida de Gallos o Las Crestas, ritual antiquísimo en el cual los jefes, y posteriormente cualquier audaz jinete, habrán de intentar cobrar alguna de las prendas que cuelgan de una soga que es hábilmente manejada por un vecino para entorpecer las aspiraciones de los participantes.

Le sigue otra prueba ecuestre en la cual los jefes y otros vecinos competirán por alzarse con la victoria en un breve pero complicado circuito urbano.

Con la llegada de la noche también llega el espectáculo: Silos en llamas. Rememorando hazañas pasadas esta noche se escenifica el incendio del pueblo. Se encienden hogueras por todos los rincones; los hombres, escoltando a los jefes, recorren varias veces el pueblo, portando teas e invocando los nombres de Jesús y María; los mas jóvenes se cargan de cencerros y provocan la realista sensación de una desbandada general de animales domésticos. En la plaza, una gran pira sirve de punto de reunión de todos los participantes y en torno a ella concluye esta jornada.

Si el sábado la fiesta bebe en sus orígenes más paganos, el domingo se centra en los actos religiosos. El domingo está consagrado casi por completo a las Benditas Ánimas. Por la mañana, santa misa dedicada a todos los silenses difuntos y por la tarde un Rosario también por ellos. El luto de los jefes, las letanías acompañadas por el grave resonar del tambor, la austeridad de la procesión y el recogimiento general de la ceremonia conforman la antesala de lo que será el último de los rituales de la fiesta.

Como al principiar Los Jefes, la plaza es escenario de la postrera representación de la fiesta. Una a una, las mujeres de los jefes, vestidas de luto y hermosamente tocadas, tomaran el cuchillo e iniciaran un gracioso desfile, concluyendo el mismo con las mil veces repetida aclamación de los nombres de Jesús y de María

La Leyenda
La leyenda cuenta que un ejército de moros sitió la villa burgalesa y, ante la desigualdad de las fuerzas encontradas, un vecino del pueblo planeó simular un incendio y con él la destrucción de todos los bienes que hubiera en el pueblo. De esta manera el enemigo daría por inútil cualquier intento de asalto. Para reforzar el plan liberaron el ganado y los tambores no dejaron de sonar en toda la noche. Los moros, ante el dramático espectáculo, no se atrevieron a entrar y se alejaron de la localidad. Desde entonces, el recuerdo está presente entre todos los vecinos y año tras año el “Capitán”, el “Cuchillón”, el “Abanderado”, y el “Tamborilero” salen a la calle.

 

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