Día de la Tabera

El Día de la Tabera fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional el 19 de diciembre de 2.000.

Es la fiesta más conocida por los visitantes. Su fecha no es fija, celebrándose el martes anterior al jueves de la Ascensión, y tiene su origen en las rogativas por la prosperidad de la ciudad y la fertilidad de los campos.

El día de la fiesta, por la mañana, el pueblo, acompañado de las autoridades, se traslada en romería al Santuario de Santa Casilda, donde el Ayuntamiento obsequia con paella, pan y vino (actualmente si se desea participar se ha de adquirir un bono los días anteriores en el Ayuntamiento, con el fin de calcular el número de asistentes).

Después de la comida se inicia el juego que da nombre a la fiesta, y que consiste en tirar una taba, y conseguir que caiga en sus posiciones verticales. Si es la parte cóncava de la taba, gana el que tira, y si no, ganan los apostantes.

Al atardecer, ya en Briviesca, se colocan mesas en todos los establecimientos y peñas de la ciudad, continuando el juego hasta la madrugada siguiente, no habiendo límite en las apuestas.

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El día de La Tabera es actualmente, sobre todo, juego. Briviesca se convierte en un ‘paraíso’ durante unas horas para aquellos que disfruten con el hormigueo de tentar a la suerte. Hay quienes se acercan a las mesas de la taba instaladas en los bares para cumplir un ritual tradicional que han visto desde niños, pero también hay quienes buscan exclusivamente un beneficio económico.

Unos y otros, codo con codo, dan animación y hacer hervir el ambiente. Los billetes cambian de mano a lo largo de la noche con una facilidad asombrosa. La «fiebre» sube a medida que avanza la madrugada y la manta acoge con calor las monedas y billetes que no acaban de despedirse de sus dueños puestos a merced del huesecillo.

La taba se lanza al aire y cae sobre la mesa. Puede hacerlo en cuatro posiciones diferentes: dos de pie y dos tumbada. En estas dos últimas no gana nadie y se sigue tirando. De las posiciones de pie, si sale la cara cóncava (que está pintada para facilitar su reconocimiento y que se denomina «carne») gana el que ‘ha comprado’ la taba y si cae la otra cara (»culo») ganan los que apuestan teniendo opción éstos a tirar la taba y apostar contra los restantes jugadores.

La fiesta dota a la ciudad de un ambiente extraordinario. Los propietarios de los locales en los que se juega coinciden en que la noche de La Tabera es una de las más tranquilas ya que no se producen habitualmente altercados. La recaudación y el ambiente es, para muchos de ellos, sólo comparable a las fiestas patronales de agosto.

El juego ofrece escenas que nada tienen que ver con lo que puede verse en casinos o bingos. La mayoría de los apostantes se conocen, se saludan o se cruzan por la calle. Sobre las mesas donde se lanza el huesecillo de carnero, la alegría es de todos. Los locales de la ciudad en los que se lanza la taba, casi medio centenar, llevan poniendo mesa desde hace décadas. Muchos de sus actuales titulares lo han visto desde su infancia y saben que las horas en las que hierve el juego son entre las dos y las cuatro de la madruga.

Algunos señalan que hay gente que no es habitual de los juegos de azar y sin embargo no se resiste a la taba. En las primeras horas de la noche, hay más jugadores pero las cantidades fuertes se apuestan de madrugada. Para los bares, sin duda, la noche de La Tabera es una oportunidad para multiplicar la caja aunque el resultado, no todos los años es igual de tentador.

Los veteranos coinciden en señalar en que, «el que llega con dinero a la Tabera, gana». Y eso sólo parecen capaces de hacerlo los profesionales. Los jugadores más experimentados recorren numerosos locales para observar cómo se está comportando la taba y los más pacientes eligen las más «culonas», es decir las mesas en las que salen más veces «culo», la posición de la taba que permite ganar a los apostantes.

Los jugadores más experimentados, esos que no se pierden ni un solo año el ir y venir por las mesas de juego suelen apostar con la cuadrilla de amigos. Reúnen un dinero y coger la taba porque las opciones de ganar, en general son más. Pero existen otros tipos de apostantes, los que salen ver la fiesta pero apenas juegan porque casi siempre se acaba perdiendo. Y hay un tercer perfil, el del visitante que se estrena y que ve la fiesta como una «cosa singular» y que recorren con gran curiosidad las mesas, charlan con la gente y disfrutan del ambiente. Todos dicen que las horas se pasan volando. En el juego también participan los niños, sobre todo en las primeras horas de la tarde.

Casi nadie lo ve con malos ojos porque es una tradición que ha pasado de generación en generación. Los adultos que hoy mantienen viva la tradición y que echan euros sobre la mesa ayer fueron niños y jugaron con pesetas animados por sus propios familiares que sabían que es solo cosa de un día.

En Briviesca mandan la taba y el dinero. También tomar una copa, hablar con los conocidos y sentir que la fortuna puede sonreír a uno a fin de mes cuando los bolsillos flojean.

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